miércoles, 25 de noviembre de 2009

Sudor, Saliva, Semen, Sangre, Silencio.


El 25 de noviembre fue declarado Día Internacional Contra la Violencia hacia las Mujeres en el 1981, en recuerdo de las hermanas Mirabal, asesinadas un día como hoy del 1960 por el maldito Trujillo. La propuesta fue reconocida oficialmente en 1999 por las Naciones Unidas como el “Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las mujeres”.

Cada año más personas e instituciones de diferentes países se unen a la conmemoración de este día, para llamar la atención de la sociedad sobre la violencia contra las mujeres, quizás la violación de derechos humanos más común y que afecta a mayor cantidad de personas.
Pero bueno, eso le pasa a "los otros". Esa operaria de la máquina de doble aguja que no se ha quitado las gafas el día entero, esa señora que me sirve el café y que emite un gemido de dolor cuando tiene que alcanzar la parte alta de la despensa, esa mujer con el vestido destrozado que pide limosna en la esquina mientras llora, esos son los otros, las otras.

¿Y qué tal tu amiga de toda la vida, profesional, educada, brillante, a cuya boda asististe, la que se casó enamorada con el tipo que estudió en tu colegio, el que hizo el retiro contigo? Ella también, lamentablemente. Lloré con ella, de dolor y de verguenza, de impotencia y de frustración. Por estadísticas, alguien cerca de ti también lo está sufriendo. Callar no es una opción. La esperanza de que las cosas cambiarán no es una estrategia. Resignarse no es una salida. Denunciar, conocer, aprender, apoyar, asistir, ahora estamos hablando...

------------
SUDOR
Maldita sea la hora en que te conocí, maldita la decisión de salir contigo la primera vez, y maldita sea la ignorancia de aquella adolescente estúpida que era en aquel entonces. Ya no soy esa chiquilla, aunque quizás siga siendo tanto o más estúpida que ayer. Maldigo los ocho años perdidos a tu lado, entregándote lo mejor de mí, viéndote transformarte poco a poco en la bestia horrenda, sudorosa, grasienta y peluda que eres.

SALIVA
Maldito seas tú, con tu olor a borracho inmundo y a perfume de puta barata. Malditos sean tus labios babosos y sucios que se quieren posar en mi cuerpo una y otra vez, y tus bíceps poderosos que me aprisionan cuando me niego y tu inmensa panza que me pesa como un lastre asfixiante cuando vuelcas tu asqueroso cuerpo encima de mí.

SEMEN
Maldita la hora en que aprendí a complacerte y a hacer el papel de esposa sumisa, porque eso fue lo que me enseñaron, porque eso era lo correcto. Aprendí a hacer el desayuno como tú querías, a hacer el amor como tú querías, pero tú apenas me mirabas, solamente sabías darme órdenes. Con el tiempo fui aprendiendo a no necesitar tu presencia, luego a desear tus ausencias. Hice un mundo paralelo en mi imaginación sabiendo que hasta ahí no podrías llegar. Fue allí a donde empecé a huir cada vez que tenía que entregarte mi cuerpo sin quererlo. De alguna manera tu lo descubriste y me gritabas mientras me violabas "en qué estás pensando, perra".
Fue en ese mundo que me refugié la primera vez que me empujaste contra la pared y me arrastraste por los cabellos en el suelo de la habitación. Recuerdo ese momento, pero he tratado de olvidar todos los que siguieron.

SANGRE
No entiendo cómo fue que dejé que las cosas llegaran hasta aquí, en qué momento empecé a dejar de ser yo misma para venir a ser esta porquería en la que tú has querido convertirme. No sé como vine a dar a este rincón de la sala, no entiendo qué hago aquí tirada como una muñeca de trapo, prisionera en mi propia casa. No entiendo qué hago en el suelo y a oscuras. ¿Y si me largara ahora mismo? ¿Irías a la policía, pendejo? Me gustaría saber qué descripción darías de mí: “Tiene cerca de treinta años, aunque parece mucho mayor. Tiene un moretón en el ojo izquierdo y cojea al caminar.” Tal vez si te escuchas diciéndolo llegas a abrir los ojos y te das cuenta del monstruo que eres.

SILENCIO
Y maldita yo, por no tener a donde ir, por no tener el coraje de levantarme de este rincón y empacar todo y largarme, por no tener el valor de decirte a la cara cuánto te odio.
Te odio, te odio, te odio por ser el animal enfermo y repugnante que eres, y me odio por seguir a tu lado, por sentir este miedo que me paraliza y por saber que tendré la cena lista para cuando regreses.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Sálvame

Sálvame, te lo pido,
mira que se hace tarde,
no todo está perdido,
tú puedes rescatarme.

Sálvame con tu abrazo de fantasmas pasados, de esos que surgen de la nada como virutas de humo, que por años me han hecho sentir esclavizado, que me quieren arrastrar con ellos al vacío, que inventan miedos nuevos cuando yo mato alguno de los que han traído, y que sólo pueden ser aniquilados con la magia de un abrazo lleno de vida, que entregue algo de sí, como el abrazo tuyo.

Rodéame con la tibieza de tus brazos, envuélveme en tu cariño, transfiéreme la fuerza y la sutileza que traes entre hombros y manos. Tus brazos pueden romper maleficios, salvarme de la duda, librarme del hastío, indicarme la ruta de salida. Aloja entre mi pecho y mi espalda las caricias que traes en tu abrazo, allí hay campo abierto para que te instales. Y recibe a cambio mi abrazo, entiende que en él pongo lo poco que me queda, pero lo pongo todo.

Sálvame con tu abrazo de morirme de frío, rescátame de un mundo que se achica y se hiela, que me mantiene aislado, viviendo en cautiverio. Coloca tu corazón encima del mío, y transmíteme tus latidos antes de que el silencio se apodere de todo, para que se pueble mi alma y se expanda el universo. Arrópame en tu ternura, despierta lo que duerme dentro, y ahora abrázame más fuerte, hasta que nos convirtamos en luz.

Así está bien, se siente bien tu abrazo, pero ya está bien. Ahora suéltame, por favor. Anda, ya estuvo. Suéltame, por Dios, que me aprisionas. Ya basta, déjame ir... Me estás haciendo daño, no puedo respirar, ¡sálvame!

Suéltame, te lo pido,
tú puedes liberarme.
¡Sálvame, te lo pido,
que no quiero asfixiarme!